Todos los seres humanos nos hemos encontrado en nuestro andar por la vida (incluyendo amigos, familiares, compañeros de trabajos, vecinos, parejas, etc.), personas problemáticas, conflictivas, o nos encontramos diciendo que alguien es de “energías negativas”, muchas veces dejamos que entren en nuestro círculo de relaciones interpersonales personas que son envidiosas, chismosas, descalificadoras, psicópatas, quizás hasta nos ha tocado tener a un jefe autoritario o manipulador, y otras personalidades que son consideradas negativas o personas equivocadas que constantemente tienen sus ojos en nuestras vidas, opinando y desgastándonos.
A este tipo de personas actualmente son consideradas personas tóxicas, porque ellos nos hunden, o nos estancan, nos roban las energías, nos siembran miedos, culpas, dudas o inseguridad. Los tóxicos son aquellos que necesitan destruirle (o bajarle) la estima a los demás para ellos poder sentirse bien, son adictos emocionales al maltrato, necesitan que los otros estén mal. Hay personas que proyectan sus propias faltas, dificultades o conflictos emocionales en los otros.
Dentro de este grupo de personas podemos mencionar a:
Los psicopátas: ellos meten miedo y crean en los demás sentimientos de culpa. La psicopatía es una manera de ser, no necesariamente son los asesinos en serie, o los delincuentes, o aquellos que están cumpliendo una condena en la cárcel. Dentro de las características de este tipo de personas encontramos: ellos no sienten rencor ni remordimiento por hacer daño, se arriesgan hacer lo que sea con tal de conseguir su objetivo o lo que ellos desean, no tienen empatía, por lo regular cuando desean o quieren algo, no evalúan las consecuencias de obtener ese objetivo, solo lo desean y deciden por encontrarlo. Estar con una persona psicópata nos ponen en peligro. Piensan que las demás personas son objetos; les gusta la gente que trabaja para que los mantengan, porque no les gusta hacer nada; son altamente seductores para conseguir dinero; mienten en exceso.
También se encuentran los meteculpas: la culpa es una emoción que nos paraliza, nos impide desarrollar el potencial que tenemos. Las culpas ajenas son generadoras de insatisfacciones continua, se alimentan de mandatos externos y sociales y de emociones internas no resueltas que siguen teniendo poder y valor sobre nuestras vidas; hay personas que han sido criadas en familias que las han hecho responsables de la separación de los padres, de la pérdida del trabajo de la madre (cuando deciden no trabajar para quedarse en la casa cuidando a sus hijos).
Están los envidiosos; la envidia es una emoción que no solo es anhelar lo que la otra persona tiene, va mucho más allá de esto, coloca a la persona en un plano de continua insatisfacción y queja. La envidia nace de la sensación o de la creencia de que nunca tendrás lo que el otro posee. La envidia transforma a la gente en seres intolerantes ante el éxito de los demás.
Los descalificadores, son aquellas personas que tienen como objetivo controlarle la autoestima a los demás, hacer sentir que son inútiles, invalidarte, descalificar, manipularte, para que, de ésta forma, él pueda brillar y ser el centro del universo. Su idea es que vivas desconfiado, que te sientas inseguro y dependas de sus palabras y opiniones. Son esas personas que dicen: ¡Excelente trabajo! Lástima que lo has entregado tarde. De una u otra manera te hacen ver que son personas inseguras de sí mismas, que tienen la autoestima baja.
También se encuentran las personas que son agresivas verbales, que son ese tipo de personas complicadas, que gritan, maltratan, desvalorizan e insultan en cualquier momento y a cualquier persona. Las personas mediocres, que son esas personas que están llenas de sueños y metas, pero de pronto comenzaron en una rutina diaria, sin darse cuenta le abrieron las puertas al conformismo y dejaron a un lado sus sueños, proyectos y metas, de esta forma se llenan de miedos e inseguridades, y ya entran en una zona de confort, en donde tienen miedo de arriesgarse e ir por más.
A su vez, dentro del grupo de personas tóxicas también se encuentran los chismosos, los falsos, las personas autoritarias, los neuróticos, los manipuladores, los orgullosos y los que se quejan sin parar.